Escrito por PSTU Argentina
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Jueves 03 de Julio de 2014
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El gobierno kirchnerista asegura que caer en
“default”, es decir, dejar de pagar la estafa de la deuda, sería una
calamidad terrible, que causaría horribles sufrimientos al pueblo argentino.
Y reclama simplemente plazos más largos para pagar.
Para justificar su afirmación de que
dejar de pagar sería una calamidad, el kirchnerismo lo compara con la
situación que se dio a partir de finales de diciembre de 2001, cuando el
Congreso avaló la decisión de Adolfo Rodríguez Saá –que fue presidente por
una semana– de dejar de pagar la deuda. Supuestamente, a partir de allí
se produjo una tremenda caída de la economía, del empleo, de los salarios.
Esa versión kirchnerista de los hechos es completamente falsa.
El pago de la deuda es la causa de la
crisis
El país venía en una terrible crisis
económica desde el final de la dictadura militar. Luego de un breve respiro,
la crisis continuó en los años ochenta bajo el gobierno de Raúl Alfonsín.
Este aceptó pagar la deuda externa fraudulenta que había dejado de herencia
la dictadura militar. Se produjo entonces una hiperinflación que duró
años. Con una grave caída de la producción, del empleo y el salario.
El siguiente gobierno, de Carlos
Menem, junto con su ministro de economía Domingo Cavallo, en los años noventa
impuso una política de aún más entrega al imperialismo. Hizo una gran
devaluación que rebajó el valor de los salarios. Y privatizó el petróleo, el
gas, la electricidad, los ferrocarriles, los teléfonos y todas las empresas
públicas. Esto lo hizo con el apoyo de los Kirchner desde la gobernación de
Santa Cruz, y de todos los políticos que hoy avalan el pago de la deuda.
Así, se entregaron las principales
riquezas del país a cambio de unos pocos miles de millones de dólares y de
bonos de la deuda completamente desvalorizados en el mercado financiero
mundial. El dinero fue en parte para pagar más deuda y, otra parte
importante, fue a los bolsillos de funcionarios corruptos.
Con la política del gobierno de Menem
terminó la hiperinflación. Pero fue a costa de una enorme caída de la
producción industrial y agropecuaria en el país. El 70% de la economía pasó a
estar controlada por los bancos extranjeros y las multinacionales. Por
primera vez en la historia, Argentina conoció la desocupación masiva. Se generalizó
el trabajo en negro y precarizado de distintas maneras. Mientras unos pocos
–incluyendo Menem y los Kirchner– se enriquecían y ostentaban su riqueza, la
gran mayoría del pueblo se hundía en la pobreza y aún la miseria.
El gobierno menemista terminó muy
desprestigiado y en 1999 llegó al gobierno la Alianza encabezada por el
radical Fernando De La Rúa. Este continuó la política de Alfonsín y de Menem
de cumplir con todos los pagos de la fraudulenta deuda externa. El resultado
fue un agravamiento de la crisis, de la caída de la producción y del empleo.
Los gobiernos provinciales, sin fondos, comenzaron a emitir bonos con los que
pagaban a los empleados públicos, en lugar de dinero (y los comerciantes los
recibían a menos de su valor, con lo que caía aún más el poder adquisitivo de
los salarios).
Cuando ya no quedaron reservas en el
país para seguir pagando a los buitres, en el año 2000, el ministro de
Economía de De la Rúa, José Luis Machinea se encargó de negociar lo que se
llamó el “Blindaje” del país contra el “default”. Se trató de un crédito de
40.000 millones de dólares que debía ir íntegramente al pago de la
deuda.
Como la economía seguía cayendo, De La
Rúa puso nuevamente de ministro de Economía a Domingo Cavallo, que canjeó
bonos con vencimiento inmediato por 32.000 millones de dólares que pagaban
una tasa anual de 6% de interés por otros bonos de vencimiento a más largo
plazo con tasa anual de 12%. El gobierno de la Alianza además pagó comisiones
a los bancos que intervinieron en la operación por 150 millones de dólares.
Hoy Cavallo está siendo enjuiciado por esa nueva estafa con la deuda, que
favoreció a los banqueros.
En realidad, todos los funcionarios
que manejaron la deuda argentina deberían ir presos, porque todos hicieron
estafas para favorecer a los banqueros y empresarios, como Cavallo. Pero ni
esas sumas monstruosas les alcanzaba a los buitres.
Entonces, a finales de 2001, Cavallo,
el hombre de los banqueros en el Ministerio de Economía, “inventó” el
“corralito”: el Gobierno decretó que quienes tuvieran dinero depositado en
bancos o cooperativas no podrían sacar su plata. Y que los bancos debían
“prestar” ese dinero al Estado para que pague sus deudas. Es decir, fue un
robo directo a millones de trabajadores y gente de clase media, que fue a
manos de los buitres.
Todo esto muestra que la terrible
crisis que sufrimos en aquellos años fue producto del enorme saqueo de
nuestras riquezas, principalmente a través del pago de la estafa de la deuda
externa.
La presión de la deuda llevó al
estallido de 2001, la suspensión de los pagos dio un breve respiro al
país
La crisis a la que fue arrastrado el
país tuvo como una de sus causas fundamentales la presión de los pagos y los
miles de millones destinados a la deuda externa. Esos pagos, acompañados por
la política de privatizaciones y de entrega de nuestros recursos, llevaron al
país a una de las crisis más profundas de su historia.
El “corralito” de De la Rúa y Cavallo
fue la chispa que provocó el incendio. El 19 y 20 de diciembre de 2001 se
produjo el estallido popular que acabó con el gobierno de De La Rúa. En medio
de la sucesión de presidentes interinos –hubo seis en total– se dio la
declaración de la cesación de pagos de la deuda externa.
La crisis seguiría por un año más,
hasta finales del breve gobierno de Duhalde. Pero a partir de allí se
combinaron hechos fundamentales para cambiar la situación.
• En primer lugar, la suspensión de
pagos de la deuda fue impuesta, en contra de la voluntad de los jefes
peronistas, el radicalismo y todos los partidos tradicionales, los
empresarios y los burócratas sindicales, por la inmensa movilización obrera y
popular que se mantuvo por mucho tiempo.
• En segundo lugar, el gobierno de
Duhalde utilizó esos fondos para dar créditos y subsidios a las empresas
industriales y de servicios. También comenzó la política de dar subsidios a
los desocupados, tratando así de terminar con las crecientes movilizaciones y
luchas de los piqueteros y las asambleas populares. Esta política sería
continuada por Néstor Kirchner a partir de su llegada al gobierno, en marzo
de 2003.
• En ese período, China comenzó a
comprar grandes cantidades de soja argentina (y de otros países). Y Brasil
comenzó a importar grandes cantidades de autos armados en nuestro país. Con
esto crecieron las exportaciones y el Gobierno comenzó a recibir muchos miles
de millones de dólares anuales en impuestos por las exportaciones.
• Entre la entrada de dinero por las
exportaciones y la suspensión de los pagos de la deuda, se acumularon más de
50.000 millones de dólares de reserva en el Banco Central.
• A la política de subsidios de
Duhalde, el kirchnerismo agregó el otorgamiento de créditos a tasas bajas de
interés a los bancos, los que a su vez ofrecieron mucho crédito para el
consumo. Con lo que aumentó la demanda de autos, electrodomésticos, el
turismo y otros rubros. Esto llevó a su vez al aumento de la producción y del
empleo.
• Los trabajadores, sintiéndose
fortalecidos, salieron a luchar y consiguieron importantes aumentos
salariales.
• Así, Argentina gozó de varios años
de crecimiento a altas tasas, hubo más empleo, aunque mayormente en negro o
precario, y por un tiempo aumentaron los salarios gracias a las luchas de los
trabajadores. Durante ese período los fondos buitre y las potencias
imperialistas se vieron obligados a aceptar que Argentina dejara de pagar
temporariamente la deuda externa. Lo hicieron porque veían que si exigían los
pagos y el país volvía a caer en la crisis podía producirse un estallido
político y social aún más grande que el de 2001. Y que la movilización
terminara, no solo volteando al gobierno sino echando del país a los
banqueros y las multinacionales que saquean nuestras riquezas.
Esto demuestra claramente que es
mentira lo que dice el gobierno kirchnerista de que el “default” –dejar de
pagar la deuda– sería una gran calamidad. Por el contrario, cuando se dejó de
pagar la deuda el país pudo crecer, comenzó a bajar el desempleo y a subir
los salarios. Y los fondos buitre, el FMI y las potencias imperialistas se
vieron obligados a aceptar la suspensión de los pagos ante la fuerza de la
movilización obrera y popular.
Esto también desmiente que si no se
paga la deuda el país se queda sin plata para invertir. Por el contrario,
cuando el país suspendió los pagos, tuvo plata para invertir y acumuló
reservas en el Banco Central.
Finalmente, esto muestra cuál puede y
debe ser la respuesta ante la amenaza del embargo de fondos y propiedades
argentinas en el exterior, como lo hace hoy la justicia de Estados Unidos:
dejar de pagar a los buitres de la deuda. De ese modo queda plata en el país
para cubrir las necesidades del pueblo. Y que ese sea el primer paso hacia la
estatización bajo control de los trabajadores, de la banca, el comercio
exterior y la gran industria. Y así terminar con el dominio de las
multinacionales y los banqueros imperialistas sobre nuestra economía.
Artículo publicado en Avanzada
Socialista n.° 70, 2 de julio de 2014.-
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martes, 15 de julio de 2014
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