Es un hecho, no importa cómo se lo mire: millones de votantes que en anteriores elecciones le dieron su apoyo a los Kirchner, en estas primarias le dieron la espalda y dijeron ¡basta! al modelo K. Los resultados indican que tres de cada cuatro votantes lo hicieron contra el gobierno. Así se concreta una fuerte ruptura en el terreno político electoral con el kirchnerismo. Comparando los votos a diputados nacionales, se ve que la caída del Frente para la Victoria es de 10,7 millones de votos (52,19%) en 2011 a 5,9 millones de votos (26,31%) en 2013.
En dos años el kirchnerismo perdió cuatro millones de votos
Esta vez el gobierno fue derrotado en 13 de los 24 distritos del país, incluyendo todos los más importantes: Capital, provincia de Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe, Córdoba. Perdió en toda la Patagonia.
La estrategia del gobierno consistió en tratar de conservar la mayoría en las provincias más adictas y dar batalla centralmente en la provincia de Buenos Aires, el distrito que concentra el 37% del electorado nacional. Así podría compensar los malos resultados que preveía en el resto del país. Por eso mismo lo peor para Cristina fue que, además de perder en provincias que creía seguras, su candidato en la provincia de Buenos Aires, el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde (29,65%), quedó más de 5 puntos por detrás de Sergio Massa, el líder del Frente Renovador (35,05%).
Las causas y los responsables
Cristina se puso a la cabeza de la campaña, acompañada del gobernador Scioli –hasta Insaurralde quedó en segundo plano en la provincia clave-, por lo tanto ella es la máxima responsable.
La derrota no es resultado de errores, debilidades o traiciones de gobernadores, intendentes o punteros tránsfugas. En realidad ni siquiera puede decirse que sea resultado de errores de la propia presidenta en la campaña.
Las multinacionales y bancos internacionales han exigido a Cristina una serie de medidas para salvar sus ganancias en momentos que comienza a hacerse sentir con fuerza la crisis mundial en América Latina y en la Argentina. Y el kirchnerismo ha respondido con un ajuste que los trabajadores sufrimos cada vez más, en la forma de aumentos salariales en cuotas que quedan muy por detrás de la inflación, la limitación de las asignaciones familiares a un sector muy pequeño, un piso tan bajo del impuesto a las ganancias que se come el aguinaldo y las horas extras de millones de trabajadores, jubilaciones que ya no alcanzan ni para los remedios.
El gobierno ha profundizado la entrega con el contrato firmado por YPF con Chevron para la explotación de Vaca Muerta (que todavía debe ser aprobado por la legislatura de Neuquén) y también con la autorización a los banqueros de elevar las tasas de interés, lo que encarece el crédito de consumo (por ejemplo, lo que nos cobran por usar las tarjetas de crédito).
Previendo una fuerte reacción obrera y popular contra el ajuste, el kirchnerismo ha abandonado su demagógica bandera de supuesta defensa de los derechos humanos, colocando al frente de ejército a un genocida como el general Milani y a un partidario de la mano dura, Sergio Berni, al frente de la secretaría de Seguridad.
Además del ajuste, la entrega y el giro represivo del gobierno, la mayoría de los trabajadores y el pueblo también repudian la corrupción y la impunidad, simbolizados en figuras como Julio de Vido y Ricardo Jaime, responsables junto a Néstor y Cristina de la desastrosa política de subsidios y robos en complicidad con empresarios amigos como los Cirigliano y los Roggio, que es la causa –por falta de obras esenciales y de mantenimiento- tanto de los desastres ferroviarios de Once y Castelar como de las inundaciones que afectan a La Plata y la Capital. Todas estas son las causas fundamentales de la ruptura de millones con el gobierno kirchnerista.
Y este fenómeno, que se reflejó en la votación de la mayoría de los trabajadores y el pueblo a distintas fuerzas de oposición para castigar al gobierno en las primarias, va mucho más allá de las propias elecciones.
Las perspectivas
El kirchnerismo no tiene condiciones para revertir esa profunda ruptura y repudio popular de aquí a dos meses. En el terreno electoral es probable que Massa y los otros candidatos de oposición que se impusieron en las distintas provincias aumenten sus porcentajes, al vérselos como los mejores instrumentos para castigar al gobierno con el voto.
Es posible que a pesar de ello el gobierno retenga el control de las cámaras de diputados y senadores. El kirchnerismo renueva menos de 50 bancas y la oposición más de 100. En todo caso la mayoría kirchnerista quedará debilitada en las dos cámaras.
Muchos se preguntan si el kirchnerismo no puede recuperarse de este golpe. Al fin de cuentas, de la caída de 2009 pasó al 54% para Cristina en las presidenciales de 2011. Pero en ese momento el kirchnerismo todavía lograba disimular su política favorable a las multinacionales y los banqueros: aparecía ante el pueblo como un gobierno “progresista”, incluso de “izquierda”, enfrentando el ataque reaccionario encabezado por la Sociedad Rural y la Mesa de Enlace del Campo. Y basado en eso pudo recuperarse.
Ahora el gobierno está aplicando a la vista de todo el pueblo, con muy poco disimulo, la política de entrega, ajuste y represión que le exigen las multinacionales para salvar sus ganancias. Ya se ve cuánto le valió anunciar aumentos miserables del salario y la jubilación mínima poco antes de las primarias. La demagogia ya no le permite ocultar que es una fuerza corrupta al servicio de la explotación capitalista.
Esta situación cierra las perspectivas de re-reelección de Cristina. Más bien las multinacionales y los banqueros le exigirán que queme el capital político que le queda, aplicando con cada vez más dureza el ajuste para garantizar sus intereses.
Por eso mismo seguirá creciendo el peso en el gobierno kirchnerista de Milani y Berni. La perspectiva para los próximos dos años es de un creciente debilitamiento del gobierno, período en el que tendrá cada vez menos capacidad para frenar los reclamos obreros y populares con el engaño y cada vez más necesidad de recurrir a la represión.
¿Y qué harán los partidos de oposición patronal, especialmente aquellos como Massa, los peronistas de derecha como Schiaretti en Córdoba o los radicales y Binner, a los que la inmensa mayoría recurrieron para castigar al gobierno? Lamentablemente debemos alertar a los trabajadores y el pueblo que todas esas fuerzas le disputan el poder al kirchnerismo, pero con propuestas y políticas muy similares a las de Cristina.
En todo caso difieren en cuanto a qué sector de la patronal debe ser el más beneficiado por la explotación de los trabajadores y por la corrupción del estado.
Fortalecer al FIT y seguir luchando contra el ajuste y la entrega
Pero en estas elecciones también hemos visto un importantísimo crecimiento del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) que logró superar la trampa proscriptiva de las PASO en 19 provincias, sumando más de 900.000 votos a nivel nacional. Ese resultado refleja que hay una franja muy grande de trabajadores y sectores populares que, además de castigar al gobierno con el voto, se pronunciaron por una opción clasista, un programa que de una salida obrera y popular y quieren llevar una lucha a fondo contra el ajuste, la entrega, la corrupción y la represión.
Para seguir avanzando por ese camino debemos fortalecer al FIT, buscando el apoyo de un sector aún más amplio de los trabajadores y el pueblo y de todas las fuerzas de izquierda a sus candidaturas en octubre, para concretar el ingreso al Congreso de sus representantes, como alternativa tanto frente al gobierno como a las demás fuerzas patronales.
Al mismo tiempo el avance del FIT debe servir para fortalecer las luchas de los trabajadores por el salario y la jubilación, contra la precariedad laboral y el impuesto a las ganancias, en defensa de la salud y la educación públicas y por todos los reclamos obreros y populares.
Hay una tarea en la que deben resumirse y concentrarse en los próximos doce días todos los esfuerzos: impedir que se concrete la entrega de Vaca Muerta a Chevron. El 28 de agosto habrá una votación crucial en la legislatura de Neuquén, que debe decidir a favor o en contra de una ley que convalidaría el nefasto acuerdo de YPF con el monopolio yanqui. ATEN, el sindicato docente neuquino y uno de los principales de la provincia está encabezando, junto a la CTA y todas las fuerzas de izquierda un llamado a la movilización a nivel nacional exigiendo que los legisladores voten en contra del acuerdo.
Desde el PSTU adherimos a esta convocatoria y proponemos que en cada ciudad del país se convoque una movilización unitaria el 28 de agosto encabezada por las CGT y las CTA, todos los sindicatos y todos los que se dicen defensores de nuestra soberanía, para impedir que se concrete la entrega de Vaca Muerta a Chevron.
Te invitamos a organizarnos para dar juntos estas pelea.
¡Sigamos avanzando unidos compañeros!
El voto castigo fue disperso y se agrava la crisis política
Massa, los radicales, Binner, Carrió, Macri, De Narváez, De la Sota, también defienden los intereses de las multinacionales y los banqueros. La derrota del kirchnerismo en 13 provincias significó el triunfo de una variedad de fuerzas opositoras en esos distritos. En distintas provincias los ganadores fueron los radicales, los que se dicen “socialistas” y sus aliados, que se impusieron en Capital (con la sumatoria de UNEN) dejando en segundo lugar al PRO de Macri, en Santa Fe, con Binner obteniendo más del 40% de los votos, en Mendoza donde Julio Cobos llegó al 44%, en Catamarca, La Rioja, Corrientes. En Santa Cruz el radical Eduardo Costa vol- vió a ganar como en 2009. Lo más destacado para la burguesía es la votación de Massa en la provincia de Bue- nos Aires (sus tres millones de votos lo ubi- can como tercera fuerza nacional) y la de los radicales, que alcanzan 3.150.000 votos si se suman los que recibieron como partido a los del Frente Progresista Cívico y Social (FPCS) en todo el país. Pero esto no alcanza para modificar el hecho que se ha mantenido a lo largo de toda la década kirchnerista: la oposición patronal no logra superar su dispersión para constituir una fuerza capaz de ganarle al gobierno a nivel nacional. Eso le permitió a Cristina decir el domingo 11 de agosto por la noche que el kirchnerismo sigue siendo la primera fuerza en la Argentina.
Para el kirchnerismo como corriente política, acostumbrada a las prebendas y la impunidad que da el poder, la dispersión de la oposición es motivo de alivio. Aparentemente, a pesar de la derrota, retendría la mayoría en ambas cámaras, lo que evita la posibilidad de juicio político a la presidenta y otros peligros similares.
Hay otro dato que da cierto reaseguro a Cristina: el 70% de los votos a nivel nacional fueron a candidatos peronistas, ya sean kirchneristas o de la oposición, como Massa y De Narváez en Buenos Aires, o el candidato de De la Sota, el ex gobernador Juan Schiaretti, en Córdoba. Esto facilitaría el eventual traspaso de numerosos dirigentes, incluso con el apoyo de Cristina, en caso de consolidarse Massa u otra figura surgida del peronismo como alternativa al kirchnerismo para disputar el poder. Y como gran carta la burguesía se reserva a un hombre que ha demostrado una asombrosa capacidad de reacomodarse con los vaivenes del peronismo, el ex vicepresidente de Ménem y Néstor Kirchner y actual gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli.
Un peligro muy serio para los capitalistas
Sin embargo, para los capitalistas y sus representantes políticos más lúcidos esta situación de debilitamiento del gobierno sin que se consolide todavía una alternativa capaz de reemplazarlo es motivo de grave preocupación. Por un lado, son conscientes de que, para salvar las ganancias de los empresarios, el gobierno tiene que aplicar un fuerte ajuste, y la pérdida de votos y apoyo popular le hace cada vez más difícil esa ta-rea a Cristina.
Por otro lado, incluso los grandes empresarios que sostuvieron con entusiasmo las candidaturas opositoras saben que por el momento los votos que recibieron algunas figuras claves de la oposición son, en un importantísimo porcentaje, muy volátiles. Las altas votaciones de Massa o Carrió refl ejan en importante medida que un sector muy grande del pueblo buscaba una alternativa para castigar al gobierno sin fijarse mucho en quién era el candidato o el partido. Simple- mente apoyaron al candidato que considera- ron que podía ganarle al oficialismo. Con el llamativo agregado de que, en Capital, UNEN derrotó no sólo a Filmus, el candidato de Cristina, sino que también fue voto castigo contra el macrismo.
Es distinto el caso de Binner en Santa Fe o Cobos en Mendoza. Esas son fi guras consolidadas y cuentan con el respaldo de fuerzas políticas con más solidez (“socialistas” y radicales). Sin embargo ni Binner ni Cobos pa- recen estar en condiciones, por el momento, de ganarle una elección presidencial al kirchnerismo o a algún candidato que logre unificar al peronismo.
Los capitalistas necesitan que la oposición apoye el ajuste Para más complicación, en esta situación de creciente entrada de la crisis en el país los capitalistas necesitan que las fuerzas y candidatos apoyen, o como mínimo no llamen a enfrentar, la política de ajuste que debe aplicar Cristina. Es decir, no tiene margen para permitir que se fortalezca como alternativa un candidato en base a promesas demagógicas.
La mejor muestra de esto es la política de Sergio Massa. Su campaña se centra en primer lugar en proponer leyes, supuesta- mente contra la inseguridad, que llevarían a fortalecer a la policía y las fuerzas represivas en general. Intentó disfrazar esta orientación represiva y de derecha con una propuesta de elevación del mínimo al impuesto a las ganancias, es decir, exactamente la misma política que viene aplicando Cristina. Otro dato clave de la política de Massa es que buscando facilitar el traspaso de cuadros kirchneristas a sus filas, el jefe del Frente Renovador se niega sistemáticamente a denunciar o avalar denuncias de corrupción contra miembros del gobierno. El FPCS con sus principales fi guras, Binner, Cobos y Carrió, a la cabeza, agrega otros factores fundamentales de desgaste. En primer lugar los radicales y “socialistas” por igual sostienen contra el gobierno los reclamos de la Sociedad Rural y la Mesa de Enlace del Campo; es decir, liquidar las retenciones a las exportaciones agropecuarias y con ello la política de subsidios a los sectores más pobres. Por otro lado, el “socialismo” desde el Gobierno de Santa Fe, impone a los trabajadores de la provincia las mismas medidas de ajuste que aplica el kirchnerismo a nivel nacional, por lo que enfrenta continuas huelgas y reclamos obreros.
El voto a los candidatos opositores patronales se vuelve contra los trabajadores y el pueblo
Sergio Massa, que está apareciendo como el candidato más apreciado por los grandes empresarios después del domingo 11 de agosto, lejos de profundizar sus ataques contra el gobierno de Cristina, adoptó un tono aún más moderado. Asegura que eso es porque “la gente no quiere confrontación sino propuestas”. En realidad su postura refleja la preocupación de toda la burguesía por la gran debilidad del gobierno y la falta de una fuerte alternativa para reemplazarlo. Y la necesidad de la burguesía de que todas las fuerzas sostengan el ajuste.
Los trabajadores y el pueblo debemos ser conscientes, entonces, de que el voto por Massa, por los candidatos del Frente Progresista, los radicales y “socialistas”, o de la derecha peronista, no nos sirve. Lamentablemente con ese voto se fortalece a fuerzas que también sostienen el ajuste y la entrega. Por eso mismo llamamos a los trabajadores y el pueblo a llevar la ruptura con el kirchnerismo y su política hasta el final, apoyando en octubre a los candidatos del Frente de Izquierda y los Trabajadores. Lo que nos permitirá al mismo tiempo unirnos y fortalecernos en la lucha por la defensa de todas nuestras conquistas.
15 DE AGOSTO DE 2-013
PSTU PARTIDO SOCIALISTA DE
LOS TRABAJADORES UNIFICADO
Liga Internacional de los Trabajadores -
Cuarta Internacional
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Lea Avanzada Socialista
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